El primero de los encuentros "Alrededor del cuento" coordinado por Juan Bautista Duizeide comenzó hoy en la Biblioteca Popular Santa Genoveva y tuvo como eje la figura de Robert Louis Stevenson.
Mientras iban llegando los participantes consultamos en nuestro catálogo las obras existentes del autor y dimos con En defensa de los ociosos, ocho breves ensayos publicados en 2012 en una cuidadosa edición de Gadir con la traducción de Carlos Gardini, compartimos este breve fragmento:
"En estos tiempos en los que, por un decreto ley que condena los delitos de lesa-respetabilidad
, todos están forzados a entrar en alguna profesión lucrativa y trabajar en ella con un mínimo de entusiasmo, las quejas de la parte opuesta, la que se contenta con tener lo suficiente y que, entretanto, gusta de mirar y disfrutar, tienen un ligero gusto a bravuconada y gasconada. Y, sin embargo, no debería ser así. La así llamada ociosidad, que no consiste en no hacer nada sino en hacer muchas cosas no reconocidas en los dogmáticos formularios de las clases dirigentes, tiene tanto derecho a mantener su lugar como la laboriosidad misma. Es admitido que la presencia de gente que rehúsa entrar en la desventajada carrera por un puñado de peniques, es a la vez un insulto y un desaliento para aquellos que sí lo hacen. Un buen hombre (de esos que abundan) toma una determinación, vota por lo peniques y, según el enfático americanismo, goes for them [va a por ellos]. Y no es difícil de comprender su resentimiento si, mientras está arando fatigosamente, se percata de la presencia de personas que, tan frescas en las praderas del borde del camino, están tumbadas con un pañuelo en la cabeza y una botella al alcance de la mano. La indiferencia de Diógenes ha tocado en su punto débil a Alejandro. ¿Dónde estuvo, para aquellos tumultuosos bárbaros, la gloria de haber tomado Roma si, al irrumpir en el Senado, encontraron a los Padres sentados en silencio, impasibles ante su éxito? Resulta irritante haber trabajado duramente
arduas colinas y, una vez alcanzadas, encontrar que a la humanidad le son indiferentes tus logros. De ahí que los físicos condenen lo inmaterial, los financieros apenas toleren a aquellos que saben poco de acciones, los literatos desprecien a los iletrados y la gente con un oficio se una para
desacreditar a los que carecen de alguno.
Sin embargo, aunque esta sea una de las dificultades del asunto, no es la mayor.
No se puede meter a nadie en prisión por hablar contra la laboriosidad, pero sí se le puede mandar a
Coventry por hablar como un loco. La principal dificultad de la mayoría de temas es saber tratarlos adecuadamente, luego es preciso no olvidar que esto es una defensa. Es bien cierto que mucho se puede argumentar sensatamente a favor de la diligencia y solo hay algo que se pueda decir en su contra, y es último lo que voy a hacer en esta ocasión.
Exponer un argumento no implica necesariamente estar sordo a todos los demás, del mismo modo que el que un hombre haya escrito un libro de viajes en Montenegro no significa que nunca haya podido estar en Richmond."
(pueden leer el texto completo aquí: En defensa de los ociosos )
El cuento que Juan nos trajo para compartir se llama El barco se hunde y fue traducido por él para la antología Cuentos de navegantes (Alfaguara, 2008)
La discusión sobre el cuento y su estructura fue animando la conversación en torno a Stevenson, Melville, Conrad, Haroldo Conti e incluso Primo Levy y William Faulkner.
Animados por la charla y por una consigna de escritura interesante - que no vamos a revelar, así vienen al próximo taller- los participantes escribieron y luego realizaron una puesta en común.
El próximo encuentro será el 9 de noviembre a las 11.30hs en nuestra biblioteca.
Los encuentros son gratuitos pero requieren inscripción previa vía mail: bibliogenoveva@gmail.com